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Ayni. Improntas de lo Inanimado. 23

(Residencia ManuCandela. Museo Nuria Rengifo. Galápagos)

El proyecto reflexiona sobre las relaciones de los seres humanos con el entorno, visibiliza a los seres inanimados y su valor en la existencia de nuestro planeta. Las rocas volcánicas que forman el relieve, el paisaje de islas remotas como Isla de Pascua o Islas Galápagos, son refugio para miles de criaturas. El registro se materializa en fotografía, video, improntas, tintas y dibujos a grafito. A través de esta documentación se genera un lazo afectivo con este mundo inanimado, evidenciando su importancia y existencia significante, muchas veces invisibilizado. Pongo en práctica el principio andino de reciprocidad (Ayni) en base al cual, todo lo que es tomado de los ambientes naturales es devuelto, generando diálogos y sinergias respetuosas con el entorno y sus seres. Las relaciones con nuestro entorno vivo suelen tener un lugar privilegiado por sobre nuestras relaciones afectivas con el mundo natural inanimado. Las rocas tienen un rol principal en este proyecto que se relaciona con ellas en forma cercana, haciendo de la observación y el registro las principales actividades.

Hemos asistido históricamente a procesos coloniales, de los pueblos, de la naturaleza, de los seres. “Desde hace tiempo, la crisis ecológica global nos sitúa en un escenario de tensión y conflictividad por la disponibilidad de bienes naturales para sostener […] la capacidad devoradora del capitalismo global” [Ortega Santos] En la actualidad, se aprecian, según el autor, discursos contrahegemónicos que ponen en discusión y cuestionan todos nuestros saberes y relaciones con el mundo que nos rodea. Se plantea como imperante, buscar salidas y soluciones a tal ecocidio. “Romper la lógica de la destrucción de la Madre Tierra, regenerar los ciclos de vida, asegurar la sustentabilidad sociocomunitaria implica repensar los patrones de extracción, producción, consumo y excreción…” (Ortega Santos). Es necesario, por tanto, lograr un equilibrio entre naturaleza/cultura, que permita un acontecer en diálogo sin la actual manipulación y destrucción desmedidas generadas por la posición antropocéntrica. Según el historiador Adrián Zarilli, todas las sociedades modifican la naturaleza para vivir y subsistir, sin embargo, en la actualidad estas intervenciones son muy destructivas y degradan rápidamente el medioambiente, lo que produce un muerte física, pero también simbólica, en pos del crecimiento económico, que por otro lado beneficia únicamente a algunos pocos.

Ayni. Improntas de lo Inanimado. 24

Proyecto de Tesis Doctoral

Universidad Politécnica de Valencia

“…cuerpos que no son cosas sin vida, sino materia en movimiento, entrando y saliendo de ensamblajes, desviándose unos a otros […] las cosas supuestamente inanimadas tienen una vida […] pensar más allá de la dicotomía vida-materia, el principio organizacional predominante…” (Bennett, 2022, pp.58-69).

 

Los humanos y no humanos , lo orgánico y lo inorgánico siempre han sido un red interconectada, esas divisiones son meras convenciones conceptuales que hemos construido. “…piedras, tablas […] constituyen materiales móviles, internamente heterogéneos cuya velocidad y ritmo de cambio son lentos en comparación a la duración y velocidad de los cuerpos humanos” (p.139), pero son elementos con forma y orden, poseen sus propias leyes internas, sus alianzas y sus afectos. La autora plantea la necesidad de Geoafecto, un afecto que excede las cosas vivas y los humanos y que se traslada la materia.

Conceptos como la empatía y la conciencia son fundamentales en la sínfisis de la obra con el territorio, una articulación consciente, dinámica, vivencial y multisensorial, que quiebra la “…ficticia escisión entre cultura y naturaleza” (Albelda y Sgaramella, 2015, p.11) que hemos apuntalado por siglos con nuestra cultura cosificadora y acumuladora. Siguiendo la línea que plantea la producción artística medioambiental contemporánea que “…presenta un carácter marcadamente interdisciplinario, y propone la combinación de diferentes lenguajes y prácticas experimentales con el fin de generar una reflexión acerca de la relación entre ser humano y ecosistema”(p.17), procesual y experiencial, que oriente a los participantes a comprender que los límites entre cuerpo y territorio son autoimpuestos y que formamos parte de algo mayor a nosotros mismos, así como un refugio para miles de seres que nos habitan. La obra propone el borramiento de los límites territorio/individuo, en el que éste último pierde su estatus de independiente y se fusiona con las rocas en una integración indisociable, que “…lo que nos ofrece es, precisamente, la aparente pureza de una espontaneidad ya escasa, que tranquiliza nuestra mirada urbana […] invita a la preservación, a la posibilidad de un hacer equilibrado, a un intercambio sin destrucción” (Albelda, 2004, p.104), una búsqueda de la calma y la simpleza que nos ha sido arrebatada con la ilusión de felicidad en la acumulación de bienes materiales.

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